Turismo y sociedad

Puerto de la Cruz (2). El «complejo de destino fallido»

11 Abr , 2014  

Continuemos nuestro viaje a las estadísticas turísticas de Puerto de la Cruz. En el gráfico que acompañaba mi anterior entrada sobre este destino había una pequeña trampa: la serie histórica de la afluencia acababa en 2001, el último año disponible cuando escribí el trabajo del que la extraje. Sin embargo, como se verá inmediatamente, el comportamiento posterior ha sido especialmente relevante si lo vemos desde la perspectiva de ese año. Recordemos que 2001 fue el año en que el tándem de Román Rodríguez y Adán Martín puso sobre la mesa la primera moratoria turística que, al margen de otras consecuencias mayores, tuvo la virtud de situar en el centro del debate político canario al discurso escéptico sobre el desarrollo turístico.

Se trata de un discurso hasta entonces marginal (o incluso radical) que planteaba que el desarrollo turístico podía salir condenadamente mal y alertaba de las consecuencias negativas que podían derivarse de un crecimiento turístico poco o mal planificado. La influencia del ciclo de vida de Butler es evidente: a partir de un determinado nivel la nueva oferta no solo genera tensiones competitivas a la ya establecida, también merma (o incluso destruye) el atractivo global del destino turístico al saturar la capacidad de carga. Intentaré mostrar aquí como se aplica esta idea a Puerto de la Cruz.

Lo primero será presentar la serie histórica del número de turistas anuales en la Zona 3 hasta 2012. Antes de 1980 los datos de la serie son muy escasos y provienen de distintas fuentes; a partir de ese año contamos con datos anuales y una metodología homogénea, gracias a la excepcional labor de los técnicos del STDE del Cabildo de Tenerife. Quiero llamar la atención sobre dos rasgos claves de este gráfico. En primer lugar, tomada aisladamente hasta 2006, la trayectoria de Puerto de la Cruz se ajusta muy bien a la secuencia del ciclo de vida: un crecimiento explosivo en sus primeros 20 años, hasta alcanzar una cota de 800.000 turistas anuales durante los años 80, que se expande posteriormente durante los 90 hasta sobrepasar el millón de turistas en los primeros años de este siglo. Aunque no ha estado exenta de vaivenes y dificultades, es una historia de crecimiento, rápido al principio y más pausado posteriormente, hasta llegar a 2006. La intensa caída posterior a ese año es el segundo suceso importante que refleja el gráfico: en tan solo 4 años se pierden más de 300.000 turistas, un cataclismo sin precedentes que retrotrae a Puerto de la Cruz a los años anteriores a 1992.

Tabla 1

Número de turistas en Puerto de la Cruz (Zona 3) 1957-2012. Fuente: Rodríguez González (2004) y Turismo de Tenerife.

Pero es difícil entender esta última crisis sin examinar lo ocurrido en las décadas anteriores, ya que la vulnerabilidad actual del destino y su alta dependencia de una única clientela se fraguó durante años. Comentaba antes que en términos generales la historia turística de Puerto de la Cruz parece una historia de éxito. Pero esto es algo que contrasta con lo que, a falta de un término mejor, voy a denominar el “complejo de destino fallido”. Me refiero a una idea (o discurso) que impregna multitud de reflexiones sobre este destino en las que se asume que el turismo en Puerto de la Cruz ha fracasado, malogrado su potencial o, al menos, no ha cubierto las expectativas. Tomando como referencia el pasado (una “edad de oro” perdida) o el futuro (la oportunidad de reconvertirse y ser “otra cosa”), se coincide en apreciar el presente del Puerto como decadente, estancado, insostenible, problemático o inviable.

No voy a discutir que hay datos objetivos que avalan algunos aspectos de este diagnóstico, pero quisiera contribuir a que esos datos se examinen sin las lentes de un discurso que, de antemano, condena a Puerto de la Cruz por pecados de los que no es el único responsable.

Aprovecharé lo que queda de esta entrada para examinar la idea de la decadencia de Puerto de la Cruz. ¿Por qué se habla de decadencia en un destino que, hasta hace unos años, no había dejado de crecer? Creo que la respuesta hay que buscarla en el liderazgo insular del desarrollo turístico. Si atendemos a la evolución de Puerto de la Cruz en los últimos 30 años desde la perspectiva del conjunto de la afluencia turística a la isla, vemos que Puerto de la Cruz hasta 1984 recibía más de la mitad de los turistas que venían a Tenerife, una cuota que no ha hecho más que disminuir hasta situarse en el 15,9% en 2012. Son los impresionantes resultados de la Zona 4 (el sur de Tenerife) en las últimas décadas los que hacen “decadente” a Puerto de la Cruz: la isla ha pasado de recibir 1 millón de turistas a 5 millones, pero el destino portuense parece estancado en una franja que oscila entre los 800.000 y el millón de visitantes y apenas capta nada de ese descomunal crecimiento.

El liderazgo turístico ha pasado del norte al sur de la isla y de hecho Puerto de la Cruz ha sobrevivido a un proceso que dejó fuera del mercado a otros protodestinos de los años 60 y 70, como Bajamar, Mesa del Mar, etcétera. ¿Por qué no pudo Puerto de la Cruz absorber esta nueva demanda? Obviamente, la noción de capacidad de carga tiene mucho que aportar a una respuesta a esta pregunta, partiendo del pecado original de querer ser un destino masivo de sol y playa contando con poco sol y menos playa. Aunque esto tendremos que dejarlo para la próxima entrada.

Foto: Turismo de Tenerife

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Pablo Rodríguez González es doctor en Sociología del Turismo y profesor en la Universidad de La Laguna

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