En estos días de angustioso e innecesario belicismo me viene constantemente a la cabeza el Imagine de John Lennon y me pongo a imaginar, tal como hace la canción, qué pasaría si no hubiera países, nada por lo que matar o morir. La canción tiene bastante más contenido, pero ese mensaje de un mundo sin naciones más feliz y pacífico siempre me ha conmovido por lógico, aunque utópico.

Yo de joven tuve una época bastante fachilla, pero ahora la verdad es que me cuesta entender el patriotismo exacerbado, ese orgullo por ser algo para lo que no has hecho ningún mérito salvo el de nacer donde te tocó por designios del destino. Lógicamente, es muy humano el sentido de pertenencia y no tiene nada de malo un poquico de orgullo local o patrio, que suele además incrementarse de manera directamente proporcional a la distancia a la que se encuentre uno de su país, región o pueblo.

Supongo que es lógico sentir un no-sé-qué al son de Manolo Escobar y su Que viva España cuando te encuentras a miles de kilómetros de la susodicha, y hasta venirte arriba y dejarte llevar por un qué-sé-yo que se apodera de ti y te hace bailar con los brazos en alto moviéndolos de un lado a otro en una mezcla entre una jota y King África al más puro estilo Imserso −y todo ello sin el menor atisbo de vergüenza−. Pero una cosa es la morriña y otra el fanatismo chauvinista que, a diferencia de la primera, se suele curar viajando y descubriendo lo maravilloso que es el resto del mundo, aunque se eche de menos por momentos el propio. Esta es la base del turismo, gracias al cual vivimos algunos.

Todos nos hemos vuelto fans de Nadal y le vitoreamos y gritamos cuando se lleva una copa −curiosamente el otro día a mí también me gritaron por llevarme una copa, pero resultó ser el dueño del bar…−, también sentimos un subidón de orgullo cuando gana nuestro equipo de fútbol y la españolidad se eleva a extremos supra atmosféricos cuando La Roja gana el Mundial o quedamos los primeros en bádminton −aunque probablemente en ningún otro país se enteren, sin ánimo de ofender a la gran Carolina Marín…−.

¿Quién no se ha vanagloriado con el pecho henchido de que la fregona es un invento español o que La casa de papel haya llegado a ser la serie más vista en Netflix? Como si las hubiéramos hecho nosotros y eso nos hiciera automáticamente más guays. También solemos ensalzar las acciones de famosos, famosillos y famosetes cuando son de nuestro pueblo, como si el aire o la alimentación de allí nos hiciera más propensos a ser grandes artistas, insignes doctores o documentadísimos colaboradores de Telecinco.

Este tipo de sentimiento no es en absoluto exclusivo de España, la gente en general siente un enorme orgullo cuando alguien de su país llega muy alto y lo defiende a capa y espada haga lo que haga y pase lo que pase −como el antivacunismo de Djokovic convertido en cuestión de estado en Serbia−. Perdemos la objetividad porque entendemos que como nosotros y lo nuestro no hay nada, es el orgullo familiar llevado a nivel pro, como cuando crees que tu madre es la más guapa o que tu hijo toca la batería mejor que nadie −lo cual es absurdo porque como el mío, desde luego, ninguno−.

Aunque me atrae la idea de Lennon de un mundo sin países como teoría para filosofías y disertaciones existenciales, sí pienso que en el mundo hay fronteras −más imaginarias que reales− que impiden que todos seamos iguales (en hechos, y lamentablemente en ocasiones tampoco en derechos). Un español no es como un alemán, ni un mexicano como un colombiano, ni un andaluz como un vasco… Hay razones físicas, culturales y hasta climatológicas que forjan el carácter y hacen que la gente de un lugar tienda a ser de una determinada manera, diferente a la de la gente de otro. Y es éste un hecho cierto, además de recomendable, que hace del mundo un lugar mucho más entretenido. Porque ser diferente no implica ser mejor o peor. Nadal es probablemente el mejor tenista del mundo, pero no por ser español, sino por la combinación de unas habilidades probablemente innatas, mucho y duro entrenamiento y su innegable tesón. Quizá el ser de uno u otro país sí puede suponer una diferencia en cuanto a la posibilidad de destacar en determinados deportes o sectores profesionales, pero más por el apoyo que brindan esos estados a sus ciudadanos que por que tengan unas características especiales por ser de esa nacionalidad.

Ahora estamos sufriendo un claro ejemplo de nacionalismo rancio (peligrosamente mezclado con narcisismo) y se nos cae el alma y la moral a los pies viendo a ese loco haciendo putinadas sin el más mínimo respeto a las normas de convivencia internacional y ni tan siquiera a las leyes de la guerra, que considerábamos imposibles en este continente y en este siglo, llevando a toda la globalidad del mundo a una situación sin precedentes. Por lo menos esta vez e increíblemente −sobre todo tras la experiencia del COVID– prácticamente todos los países del mundo han respondido de forma homogénea y firme a tamaña afrenta, algo con lo que parece que este individuo no contaba y que esperemos no lo lleve a tomar decisiones irreversibles.

Así que no puedo dejar pasar la oportunidad  de expresar mi apoyo a Ucrania ante esta inmerecida situación, pero también al pueblo ruso, víctima de una igualmente injusta rusofobia social por culpa de las acciones y decisiones de su infame gobernante. No es lógico sentirnos orgullosos de algo a lo que no hemos contribuido, por el mismo motivo no merecemos sentirnos avergonzados ni ser ofendidos ni atacados por ello.

Y ahora seguiré soñando e imaginando, como Lennon, a toda la gente viviendo la vida en paz. Pueden decir que soy un soñador, pero no soy el único. O eso espero.

 

 

, , , ,


Fernando Josa Marín es director de hotel

1 Star2 Stars3 Stars4 Stars5 Stars ( 3 votos, media: 5,00 de 5 )
Cargando...

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Si continuas utilizando este sitio, aceptas el uso de las cookies. Más información

Las opciones de cookie en este sitio web están configuradas para "permitir cookies" para ofrecerte una mejor experiéncia de navegación. Si sigues utilizando este sitio web sin cambiar tus opciones o haces clic en "Aceptar" estarás consintiendo las cookies de este sitio.

Cerrar