Turismo y sociedad

Puerto de la Cruz (3). La edad de oro del turismo victoriano

14 May , 2014  

Me propongo hoy afrontar un tema espinoso de todo este análisis que vengo realizando sobre Puerto de la Cruz y no quiero herir sensibilidades ni que se me malinterprete. Comenté anteriormente que el pecado original de Puerto de la Cruz es haber querido ser un destino de sol y playa contando con poco sol y menos playa. Este argumento no tiene que ver con lo que esta ciudad tiene o no tiene. Sus condiciones climáticas, orográficas y paisajísticas son ciertamente excepcionales y su capacidad para atraer turistas está suficientemente acreditada. Pero no se trata de eso; en teoría cualquier lugar del mundo puede ofrecer un mix de recursos susceptible de atraer turistas; el problema está en cuántos turistas y de qué tipo van a buscar una experiencia en ese lugar.

royalcollection.org.uk

La actitud victoriana ante el mar. Ramsgate Sands, Life at the Seaside (William Powell Frith, 1854). Fuente: cdn.royalcollection.org.uk

En el modelo de Butler, la eclosión del turismo tiene algo de mítico: unos exploradores “descubren” el potencial turístico de un área y establecen los primeros lazos con las sociedades emisoras, generando oportunidades a las primeras iniciativas locales para proveer servicios turísticos. El inicio del turismo en Puerto de la Cruz encaja claramente en este modelo. Gracias a los trabajos de Nicolás González Lemus podemos retrotraer el desarrollo turístico de Puerto de la Cruz hasta el que quizá fuera su primer “viajero ilustre”, Alexander von Humboldt. Con cierta frecuencia suele calificarse la segunda mitad del siglo XIX como una edad de oro del “turismo victoriano”, en la que Puerto de la Cruz tuvo un desarrollo turístico armonioso con un modelo orientado a la contemplación del paisaje (natural y etnográfico) y la salud, con una oferta significativa de hoteles y villas turísticas a la que acudían turistas extranjeros, especialmente británicos.

Pero a veces se exagera el valor simbólico de este carácter precursor de Puerto de la Cruz y se tiende a contemplar esta etapa como el punto inicial a partir del que se desarrolló todo lo que vendría después. Desde las perspectivas más críticas, el modelo turístico canario sería una perversión de este modelo primigenio que también podemos encontrar, con otro carácter, en Las Palmas de Gran Canaria. Se tiende a ver esa época como una oportunidad perdida de habernos desarrollado de “otra” manera. Pero al mismo tiempo se olvida que el “turismo victoriano” no desapareció únicamente en Puerto de la Cruz: se eclipsó al mismo tiempo que el resto de la sociedad victoriana. Por muy nostálgicos que nos pongamos, el turismo de mayordomos, vestidores y servicios de té dejó de ser un nicho significativo hace mucho tiempo.

Hemingway

Ernest Hemingway, uno de los «exploradores» del turismo de entreguerras. Fuente: www.shelfactualization.com

Al turismo victoriano le ocurrió el tipo de shock externo que protagoniza el otro modelo teórico de desarrollo turístico que comenté en mi primera entrada: la teoría de la reestructuración. Fue el colapso del modo de consumo turístico romántico y no la dinámica turística interna de Puerto de la Cruz lo que marcó el declive de este enclave en la primera mitad del siglo XX. Se trata de un periodo convulso en lo político y económico, con guerras y crisis que dificultaron el movimiento turístico, pero el cambio clave se produce en los años 20 cuando las vanguardias intelectuales redescubren el Mediterráneo y redefinen la relación con el mar, dando lugar a un nuevo tipo de experiencia turística, hacia la que se orientaría el turismo masivo en la década de los 50. En este sentido, no creo que el turismo victoriano marque la ‘casilla de salida’ del modelo actual de Puerto de la Cruz. Dicho precedente tuvo su ciclo de vida y se agotó durante las guerras española y europea; lo que nos encontramos ahora es un modelo que se dirigía a este nuevo tipo de experiencia turística y que arrancó en los años 50.

 

Foto principal: El Hotel Taoro, establecimiento arquetípico del turismo victoriano en Puerto de la Cruz. Obsérvese la discordancia entre su estilo arquitectónico y el estilo local y su ubicación lejos del mar. Fuente: www.unionsanfelipeeltejar.com

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Pablo Rodríguez González es doctor en Sociología del Turismo y profesor en la Universidad de La Laguna

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Un comentario

  1. […] En la anterior entrada de esta serie dejamos a Puerto de la Cruz en su primera crisis turística: el colapso del turismo victoriano y la práctica paralización de la actividad turística portuense durante varias décadas, debido a las guerras española y mundial y la posterior posguerra. No está de más recordar este negro episodio de la historia canaria y portuense a todos aquellos que, en un exceso de optimismo acerca del desarrollo turístico, piensan que esta máquina, una vez que arranca, no se puede parar. Determinados shocks externos pueden llegar a detener por completo los flujos turísticos y desencadenar transformaciones de fondo en la estructura social de las sociedades emisoras alterando radicalmente sus comportamientos turísticos. Aquí no es tanto el impacto puntual de los conflictos bélicos y las crisis económicas precedente y subsiguiente, sino la transformación social que quitó el protagonismo en el consumo turístico a los burgueses rentistas y se lo cedió a las clases medias y, posteriormente, a las medias bajas. […]

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