Muchas veces voy al supermercado por estas fechas y observo las toneladas de alimentos que todos compramos sin sentido en muchas de las ocasiones. No nos damos cuenta de cómo una tradición se va desvinculando cada vez más de su sentido religioso. Compramos en muchas ocasiones por encima de los precios que normalmente encontramos por los mismos productos acabadas estas fechas y en muchas ocasiones compramos el género en el peor momento, como es el caso de los bogavantes, que en invierno, debido a la bajada de las temperaturas su carne se reduce a la mitad y su precio se duplica, mientras que en verano están cargaditos de carne a un precio estable.
¿Se han parado a pensar por qué nos venden en muchas ocasiones el marisco ya cocinado? Muchos dirán que bueno, que así no tendremos que ensuciar el caldero para cocinarlo; que bueno, que en el mercado nos facilitan las cosas y curiosamente algunos euros más baratos que cuando los compramos crudos. ¿Por qué? Recuerdo ver precisamente los bogavantes cocidos a 9 euros la pieza.
Pues tiene su lógica, como todo en el mundo hotelero-gastronómico. Los mariscos, después de muertos, duran algunos días en el expositor del supermercado, pero transcurridos estos días (dos, tal vez) ya no se encuentran aptos para la venta debido al inicio de su descomposición. ¿Qué hacen los comercios? Los cocinan y antes de retirarlos de la venta al público los mantienen y venden como marisco cocinado durante al menos una jornada más. Hay que saber que cuando un género se cocina se sobrepasan los 100 grados y los microorganismos mueren. Por lo tanto, en un principio, lo que iba a ser un género que se iba a retirar de la venta en crudo se mantiene una jornada más cocinado.
Cuántas trampas, cuántas trabas nos podemos encontrar en un supermercado y, sobre todo, en fechas navideñas. Si alguien conserva la caja del Roscón de Reyes que cogió de la caja registradora del establecimiento habitual de confianza (supermercado) cuente cuantos componentes E-… contiene. Estabilizantes, conservantes, correctores de sabor, etcétera, que contiene ese maravilloso roscón que nos lo venden a temperatura ambiente y que pasa una semana hasta que comienza a deteriorarse. Hasta cuándo y hasta dónde seguiremos pensando en que es mejor comprar un roscón de este tipo que intentar hacerlo nosotros.
¡Feliz 2014! Salud, paz, amor y trabajo para todos.
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