Hace más de cinco años que estoy impartiendo formación para el empleo en la rama de hostelería y turismo, por lo que he podido trabajar con multitud de alumnos con diversos perfiles, y todavía no dejo de sorprenderme sobre cómo pueden variar tan radicalmente las expectativas entre unos y otros. Mi sorpresa es divergente en cuanto llevamos a la realidad simulaciones de restaurantes abiertos al público con elaboraciones en vivo de flambeados, creación de cócteles, elaboración de platos vanguardistas, servicios de tipos de cafés y un largo etcétera que incluye, por ejemplo, organizar protocolo oficial y empresarial.
Un líder depende del grupo, y el grupo depende del líder; un líder sin equipo es un individuo sin armadura, y un equipo sin líder se convierte en un grupo de infantería disperso en un contexto que se viene abajo sin posibilidad de gestión eficaz. Es decir, es necesario poder controlar las dotes de mando con cada uno de los alumnos y alumnas, a la vez que con cada uno de los diversos niveles que existen en la formación, no sólo en adquisición de figura a seguir en el saber hacer, sino sobre todo en sacar a flote la práctica en situaciones que la realidad hotelera les va a desvelar sobre el medio de vida que han elegido.
Que el mercado laboral no es fácil, todos lo sabemos, o al menos lo hemos escuchado, está claro, pero que se acerque el momento de llevar al alumnado al módulo formativo de prácticas no laborales y en un mismo grupo existan actitudes y aptitudes tan dispares, me obliga a tener confianza ciega en la posibilidad de que se ajusten lo mejor posible a las funciones de restauración que se les van a adjudicar. Y ahí está lo curioso de este tema, y quizá lo más bonito de este trabajo, y es ver a futuros profesionales de hostelería y restauración en pleno auge, sabiendo que sí, que ese es su terreno a ganar.
Sí, aunque no tengan las destrezas maduras como un empleado que lleve media vida en un restaurante, saben y demuestran conocimientos avanzados en multitud de aspectos prácticos y teóricos, capaces de hacer distinción del establecimiento en que se encuentren. Eso es orgullo, eso es un honor.
Poder ver a personas que hoy por hoy son trabajadores insaciables, ganadores de ascendencia profesional, reconocidos y alabados por sus actuales dirigentes, es un aspecto emocionalmente delicado ante charlas coloquio de estos actuales compañeros y compañeras ante mi nuevo alumnado. Y curiosamente esto ha sido una lección de vida que demuestra que la profecía autocumplida proveniente de la rama psicológica cognitivo- conductual no es empírica, y que depende enormemente de la voluntad de poder nietzscheana de cada uno de los individuos, de sus oportunidades, de las casualidades y, sobre todo, de un refuerzo positivo adecuado a quien únicamente necesita la oportunidad de demostrar, no tanto lo que sabe hacer, sino lo que sí es capaz de aprender.
alumnado, atención al público, formación, hosteleria
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Interesante artículo;
viene a demostrar que no todas las personas son iguales, y por lo tanto, el líder, debe percibir las diferencias entre unos y otros para un resultado final óptimo en la formación de cada alumno y alumna.