Cuaderno de viajes

Mala digestión

4 Jul , 2014  

Hay que cobrar tasas a los turistas por visitar los parques nacionales. Me encontré esta frase la semana pasada, mientras buscaba algo que desayunar. La frase estaba encima de la mesa, tan tranquila, como esperando sin mucho convencimiento una reacción por mi parte. Hay que cobrar tasas a los turistas por visitar los parques nacionales. Al principio no sabía qué hacer. Es decir, no sabía si congelarla para la cena o comérmela en ese mismo instante. Finalmente opté por zampármela allí mismo, de pie en la cocina y a palo seco. En mi defensa diré que era lo único que tenía a mano para mitigar el hambre. Aunque, ya que estamos, también admito que no pude digerirla bien. De hecho, me costó lo mío masticar el primer infinitivo. Y es que la ‘c’ de cobrar se me quedó enganchada entre los dientes y no fue fácil tragármela. La sensación fue de comer algo caducado o muy seco. Eso sí, pude con toda, con las doce palabras. No quedaron ni las migas.

Sin embargo, y como he dicho, una vez engullida no había manera de digerirla. Entonces pensé que un café podría ayudarme a suavizar la digestión y, ya de paso, me quitaría ese sabor a rancio. Dicho y hecho. Tras unos minutos al fuego, la cafetera terminó satisfactoriamente su trabajo y, sin darle tiempo ni a que pitara, corrí a mezclar el café recién hecho con un poco de leche. Acto seguido, y con cuidado de no quemarme, tomé la taza entre mis manos y, sorbo a sorbo, mojé mi garganta dejando que el líquido descendiera a su gusto y me reconfortara por dentro. Desgraciadamente, ni aún así fue posible que la frase, que estaba venga a dar vueltas en mi estómago, dejara de molestarme. Las molestias fueron tan intensas e insistentes, que llegaron incluso a producirme un profundo desasosiego. Hay que cobrar tasas a los turistas por visitar los parques nacionales. La frasecita me repetía.

Desesperada por el creciente malestar que me estaba produciendo aquel desayuno, bajé al bar de la esquina y pedí bizcocho y manzanilla, una fantástica combinación para las molestias estomacales. De esta forma, algo más aliviada por la perspectiva de mejoría y mientras el camarero calentaba el agua y cortaba una porción de bizcochón, me animé a coger una revista de las que había en la barra y me puse a ojearla. Y fue entonces, en ese preciso momento, cuando todo empeoró: en medio de una de las páginas apareció una foto de un hermoso atardecer en el Teide, todo él pintado en tonos azules y rosados y con el perfil de varias rocas embelleciendo el paisaje. Hay que cobrar tasas a los turistas por visitar los parques nacionales. El retortijón fue tal, que sin pedir disculpas ni dar explicaciones, salí de allí pitando, directa hacia el cuarto de baño de mi casa.

Atardecer en el Parque Nacional del Teide. Foto: Sol Rincón Borobia.

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Sol Rincón Borobia (@RinconBorobia) es periodista y diplomada en Turismo.

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