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La locura de pedir una subvención

20 Jun , 2016  

El pasado 15 de junio terminó el plazo para solicitar la subvención para pymes y a pesar de llevar más de 16 años gestionando ayudas y subvenciones públicas no deja de sorprenderme la locura que supone tramitar este tipo de ayudas. Cuando diferencio entre subvenciones ‘grandes’, como son los incentivos económicos regionales, y subvenciones ‘pequeñas’, no lo hago por el alcance de las inversiones subvencionables, sino en función de los aspectos que puede subvencionar una línea u otra.

En el caso de los incentivos se pueden obtener subvenciones por todas las partidas de la inversión que se va a realizar en un proyecto de modernización o construcción de un establecimiento (obra civil, instalaciones, equipamiento, honorarios técnicos, inversiones inmateriales, entre otros). Sin embargo, cada una de las “pequeñas” apoyan solo determinadas cuestiones: el ahorro energético, el equipamiento, el software , certificaciones ISO, calidad, innovación…

Además, las “pequeñas” se convocan tanto por el Estado como por las distintas comunidades autónomas y, por ejemplo, en el caso de la subvención que finalizó el 15 de junio, solo se dio un plazo de 15 días para presentar la solicitud desde que se publicó la convocatoria. Esto obliga a estar atento y al corriente de todas las líneas que se van convocando para no perder ninguna oportunidad.

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El tiempo es la primera fase de la locura. Solo dispones de 15 días para prepararlo todo, 15 días suponiendo que te enteres cuándo se abre la posibilidad de solicitar, que no suele ser habitual. Para que os hagáis una idea, después de múltiples comunicaciones vía mail con nuestros clientes, a través de las redes sociales, de la publicación en nuestra pagina web, de llamadas personales o jornadas informativas organizadas por la Administración Pública, todavía estaba recibiendo llamadas una hora antes del cierre del registro diciendo que se acababan de enterar de esta posibilidad.

A partir de ahí viene la segunda fase de la locura: la información. ¿Qué vas a hacer, cómo lo vas a hacer y cuánto te vas a gastar? En el mejor de los casos sabemos lo que queremos o podemos hacer, pero no cuánto nos va a costar, aunque lo normal es recibir preguntas del tipo “dime qué se subvenciona para hacerlo”.

Cuando se pide una subvención se hace para llevar a cabo una acción que tiene un coste, ya que como he explicado en anteriores ocasiones el dinero que vais a recibir es un porcentaje sobre la inversión para realizar, y claro, todos queremos el mayor importe posible. Pero por mucho que pregunto no hay forma de que me concretéis el proyecto de inversión (todos los días hay cambios).

La documentación es la tercera fase de locura. La que se debe adjuntar junto a la solicitud es sencilla y todos la tenemos a mano, pero siempre hay alguna cosita que se nos complica, como por ejemplo la necesidad de conseguir tres presupuestos en un plazo tan corto, tener el DNI caducado o lograr un aval bancario. Sí, habéis leído bien, conseguir un aval bancario ¡¡¡en 15 días!!!

Cuarta fase de locura: la memoria. Junto a la solicitud de subvención y la documentación hay que presentar una descripción del proyecto, en qué consiste, sus bondades, por qué mi proyecto es el mejor para que me des esa subvención. Es aquí donde tienes que invertir tiempo, conocer qué quiere oír la Administración y vestir tu proyecto, porque es en este punto donde te estás jugando el dinero.

Llegados a este momento volvemos a la fase uno y dos, no tenemos tiempo y encima no sabemos bien lo que vamos a hacer ni cuánto nos vamos a gastar.

Dyrecto lleva gestionando subvenciones desde hace más de 20 años, nos organizamos, intentamos adelantarnos y avisaros con tiempo de todo esto, pero os invito a ir a nuestra oficina el último día de presentación de una subvención: la fotocopiadora al límite, el teléfono no para (suele ser aquel cliente que no te ha hecho caso en un año pero ¡justo llama hoy!), llamadas de última hora porque se me olvidó decirte que también iba a comprar lo que sea, realizando así cambios en las memorias, los más rezagados que no llegan para firmar las instancias, el tiempo que va pasando y se cierra el registro.

Pero al final y después de toda esta locura conseguimos llegar y al día siguiente estamos en la oficina con una sensación de resaca inmensa tras el subidón de esos días de tensión y nervios. Ahora nos toca esperar a que se convoque la siguiente subvención para empezar de nuevo.

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