Las últimas semanas se han escuchado muchas voces alrededor de una misma idea: corredores turísticos. El concepto es simple y ya de todos conocidos, acuerdos entre países, con PCR en origen y en destino, para garantizar la seguridad de los propios turistas, así como de la población de países emisores y receptores. Llama la atención que los corredores se estén consolidando como alternativa para garantizar la actividad del sector a finales de septiembre, pese a ser una de las reclamaciones de la industria desde el inicio de la pandemia.
A comienzos de la temporada estival y con el eco de esta reclamación por parte del sector, se arrancó con la actividad, con resultados desiguales y un tímido optimismo. Los hoteles comenzaban a abrir sus puertas y los turistas volvían, apreciándose cierta recuperación a finales de julio. Según datos recogidos por el BBVA a través de sus TPV, el gasto medio semanal con tarjetas extranjeras pasó de ser nulo en abril a acercarse a los 40 euros a finales de julio. En agosto, y sin medidas suficientes por parte de las autoridades, los rebrotes hicieron saltar todas las alarmas y con motivos. Para finales de mes, el verano se había terminado de teñir de negro. Reino Unido, principal país emisor de turistas para Canarias con cerca de un 33% según datos del Gobierno regional, fue el primero en vetarnos sobre el 28 de julio. Justo un mes después, el segundo principal emisor, Alemania, con un 19,5% de los viajeros que aterrizan a nuestras islas, hacía temblar de nuevo al sector, cuando comenzó a desaconsejar viajar a varias regiones de nuestro país. Los germanos fueron los últimos en vetarnos con un último mensaje de esperanza: bajar el índice de contagios para recuperarlos.
Las dificultades que pasa el sector turístico canario, cuyo peso en el PIB local es de un 35%, son compartidas por otras regiones turística de nuestro país. A nivel nacional, recordemos que, de manera directa, este sector tiene un peso mayor al 12% del PIB. Sin duda, la relevancia de la eficacia de las medidas que se tomen será vitales para la recuperación económica de España. Si nos fijamos, por ejemplo, en el CLI, índice que utiliza la OCDE para medir la fluctuación de la actividad económica, vemos cómo la economía real de nuestros colegas europeos parece estar recuperándose de los efectos del confinamiento y de la nueva normalidad a un alto ritmo.
Estos países podrían vencer al ciclo económico negativo producto de la Covid-19, acercándose ya a valores cercanos a los 100 puntos en agosto (en concreto 99,8 de media para los países del euro), valor de referencia para los cambios de ciclo en este indicador. Parece ser que, para algunos de ellos, el mejor de los escenarios planteados (una recuperación en V) o el segundo mejor (recuperación en forma de logo de Nike), puede convertirse en una realidad, si bien tenemos nuestras reservas dado que entramos en otoño y repuntarán los contagios.
España, por su parte, se está descolgando de la tendencia de recuperación de los países europeos, con 93.17 puntos en este indicador para agosto. Está claro que el impacto de la Covid-19 en España, el largo periodo de confinamiento y, en especial, los rebrotes y su falta de control nos han golpeado con especial virulencia, en parte por el papel que juegan sectores como el turístico, donde la libre movilidad de los viajeros es indispensable. Si bien no podemos basar la recuperación económica de Canarias y España únicamente en el turismo, la importancia de apoyar a este sector y salvar la temporada de invierno es una de las piezas claves para la recuperación de la economía española en su conjunto.
Hemos entrado en el mes de septiembre en una situación límite para Canarias. Sin turistas extranjeros y con un alto número de contagios hemos conseguido en las últimas semanas bajar el índice reproductivo del virus por debajo de 1 (0,8 R0), pero la incertidumbre es un valor difícil de gestionar: pasa en los mercados financieros y pasa en la crisis turística provocada por la Covid-19. Pese a que el Archipiélago está cumpliendo con las exigencias alemanas (con el objetivo está en menos de 50 contagiados por 100.000 mil habitantes), sin otra red de seguridad es muy posible que la reactivación no sea tal.
Por ello, los corredores turísticos han pasado de ser una buena idea propuesta a comienzos de la pandemia a una pieza clave para los meses venideros, donde las dudas impregnarán nuestro ecosistema. Esto es así, tanto para la economía de Canarias, como para la de otras regiones turísticas de nuestro país y, por extensión, para la nacional. Más que nunca, urge la toma de decisiones eficaces y contundentes que salven nuestra economía.
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