¿Me lo dices o me lo cuentas?

Tanto monta

5 Nov , 2021  

Quiero aprovechar esta oportunidad que me brinda mi colega Fernando Josa ‒gran profesional y mejor persona‒ para adueñarme de manera excepcional de su sección en El blog de Ashotel (aunque no prometo nada y quizá le pida repetir) para tratar un tema de bastante actualidad y que me ha llamado poderosamente la atención.

Se ha escrito, hablado y opinado mucho en las últimas semanas sobre el Premio Planeta, el cual fue concedido a una tal Carmen Mola, cuyo pseudónimo resultó esconder a tres hombres hechos y bastante derechos. Ello ha supuesto una cuando menos curiosa polémica que a mí, particularmente, me resulta muy interesante, pues saca a la luz prejuicios, paradojas y sinsentidos de esta Humanidad de la que, para bien o para mal, todos formamos parte.

Una librería especializada en literatura hecha por mujeres ‒que no es lo mismo que femenina, pues definirla como tal sería muy poco feminista‒ decidió retirar todos los ejemplares de la susodicha, o a estas alturas susodichos, lo cual objetivamente es no sólo un derecho de este negocio, que para eso es una empresa privada y básicamente puede hacer lo que le venga en gana, siempre dentro de la legalidad, sino totalmente lógico. Pero por otro lado me hace reflexionar y dudar acerca de la necesidad de dividir la literatura según el género de quien la escribe, pues los libros retirados tienen exactamente el mismo contenido y formato que unos días antes y, por lo tanto, igual de femeninos o feministas ‒sea poco o mucho‒ que antes del sorprendente descubrimiento.

Se tacha al trío de presuntos machirulos de oportunismo al aprovecharse de un momento de gran sensibilidad y concienciación del feminismo, pero en realidad siempre ha existido la objeción de que el patriarcado eclipsaba la presencia y la obra de las artistas mujeres. Con lo cual, el uso del pseudónimo femenino, en teoría, más les podía perjudicar que beneficiar, y si actuando como mujer consiguieron vender todo lo que vendieron debería ser un motivo de alegría para la causa feminista. Se habla de cuántas mujeres tuvieron que escribir haciéndose pasar por hombres para poder ver sus obras publicadas, pero ahora tres hombres se hicieron pasar por una mujer y ganaron un premio. ¿No significa que algo está cambiando o ha cambiado ya en el panorama literario actual? Yo la verdad es que no he leído ninguno de sus libros, de hecho no sabía de su existencia hasta la concesión del premio en cuestión ‒por desgracia he permitido que mi antigua pasión lectora a la luz de la lámpara de noche haya ido sucumbiendo a la combinación más facilona de sofá y Netflix‒, pero entiendo que a quien le gustaran cuando pensaba que lo escribió una profesora de instituto que no quería abandonar el anonimato, deberían gustarle también aunque lo hayan escrito tres mastuerzos.

La buena literatura ‒y la mala también‒ lo es independientemente del género, al igual que el buen cine, las grandes interpretaciones o la música de calidad. Tan genial es William Shakespeare como Virginia Woolf, Gustavo Adolfo Bécquer o Rosalía de Castro, cada uno y cada una con un estilo propio resultante de su personalidad, carácter y creatividad, sin tener nada que ver el hecho de ser mujer u hombre. Su inmortalidad y atemporalidad no cambiarían si las hubiera escrito otra persona con otro nombre o género, porque su contenido y su arte no se verían alterados por ello.

Si lo llevamos a mi rubro ‒o a cualquier otro‒, la gestión de un director o de una directora de hotel no debería juzgarse de manera diferente en función del género de la persona evaluada, sino que será buena, excelente, mejorable o nefasta de acuerdo a los objetivos de beneficio, rentabilidad, calidad y/o clima laboral que se hayan fijado.

Seguro que habrá quien no esté de acuerdo con lo que estoy diciendo, y eso es muy respetable. Y habrá quien aplaudirá que Isabel Galindo, mujer y directora de hotel, opine así. Pero también habrá quien lo aborrecerá, sobre todo cuando sepa que en realidad quien escribe es Fernando Josa ‒ahora se entienden tantas flores al principio 😉‒. Si ahora ves este post con otros ojos quizá el problema no esté en su contenido, que no ha cambiado, sino precisamente en esos ojos de quien mira. Y es que ya lo dice la conocida expresión «tanto monta, monta tanto, Isabel como Fernando».

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Isabel Galindo es directora de hotel

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