Mi mujer lleva ya un buen tiempo escaneando todo lo que se le cruza por su camino con la app de Yuka y yo, la verdad, es que al principio no podía entender tanto fervor. Sin embargo, hace un par de semanas empecé a sentir unas repentinas náuseas y ella, alegando que era porque no me cuidaba lo suficiente –que si la cervecita de después del trabajo, que si la hamburguesita del fin de semana, que si la copita de vino en la cena, y muchos más “quesis”…–, aprovechó para intentar convencerme de que la descargara para llevar un mejor control de los alimentos y bebidas que consumía. Para cuando descubrí que las ganas de vomitar no tenían nada que ver con la comida, sino con los últimos acontecimientos en la política nacional –o quizá debería decir plurinacional– ya era demasiado tarde: me había descargado la app y estaba absolutamente viciado.

Para los que no la conozcan, Yuka es una aplicación que desgrana la inmensa mayoría de las etiquetas de los productos alimenticios y de cosmética para darte una evaluación (de 0 a 100) de su calidad en lo referente a sus valores nutricionales, contenido de aditivos, elementos cancerígenos, alérgenos, calorías, sal, azúcar… Es muy triste comprobar que, tal como imaginaba, la puntuación es normalmente inversamente proporcional al placer que provoca el producto valorado en el organismo (por lo menos en el mío).

Aun así uno, masoquista donde los haya, no puede evitar seguir analizando productos continuamente con la ingenua esperanza de encontrar uno riquísimo que sea considerado excelente por la cruel aplicación. Acabo de probar suerte con las palomitas para microondas, imprescindibles para las sesiones de cine del fin de semana –y aguantar media horita más sin dormirme en el sofá–, pensando que con tan simpático nombre como el de pipocas en portugués tendrían necesariamente una buena puntuación, sin embargo obtuvieron un mediocre 33/100. Incluso una en apariencia inocua limonada hecha 100% con limones de Murcia está valorada con un 4/100 (y no se ofendan los murcianos, que seguro no será por sus limones). Pude también comprobar con verdadero espanto que las salchichas para mis amados perritos calientes son merecedoras de un cero pelotero. Luego nos quejamos los hoteleros de Google, Tripadvisor o Holidaycheck, pero ni siquiera éstas permiten la indignidad de que alguien te otorgue tan ovalada puntuación.

Los quesos y embutidos tampoco parecen gozar del beneplácito de tan controvertida –que no divertida– aplicación, al menos el famoso refresco de zumo de manzana ligeramente gasificado de origen sudafricano y muy popular en nuestras islas sí aprueba con un 55/100 y consigue la calificación de buena, algo es algo. Visto lo visto, hay productos que me niego a mirar y con respecto a los cuales prefiero seguir viviendo en la ignorancia, como el Clipper de fresa o mi marca de café favorita.

Menos mal que la aplicación no califica las bebidas alcohólicas, pero cuando aún así te la juegas y escaneas tu cerveza te responde con sorna que “ya conoces la respuesta, ¿no?”. Pues sí, pero seguiré haciendo como que no. Ahora por donde quiera que voy me pongo a escanear códigos de barra de manera compulsiva cual cajero freelance, no sé si realmente en busca del producto perfecto o, más bien al contrario, para comprobar la imperfección de todo lo que nos rodea. La otra noche incluso soñé que me salía un código de barras en la calva y me iba al trabajo con una gorra no fuera que a mi jefe le diera por escanearme y la Yuka de las narices me pusiera un cero.

En todo caso les aseguro que un día de estos voy a mandar esta aplicación a un lugar que, aun sin código de barras, ya les digo yo que es de lo más natural. Hombre ya.

apps de alimentación, Google, Holidaycheck, Tripadvisor, Yuka

Fernando Josa Marín es director de hotel

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