Mucho se está hablando en los últimos tiempos sobre la inteligencia artificial (IA) y el modo en que afectará a nuestras vidas. Un tema candente que cuenta con defensores y detractores, crédulos e incrédulos, como ya ocurriera con las máquinas durante la primera Revolución Industrial, pero toda esta controversia no va a cambiar la realidad, que no es otra que el advenimiento de la IA y su eclosión de la mano del 6G.
Detrás de todos estos debates poco o muy poco se ha hablado y se ha escrito sobre el potencial de la inteligencia artificial asociada al cálculo de los ordenadores cuánticos. Esta sí será una auténtica revolución que lo cambiará todo, pues como ya he comentado en el artículo «taxonomía del mercado según el año de nacimiento«, este será el mayor cambio experimentado por la historia de la humanidad. Sin hacer ruido, las grandes potencias mundiales y sus multinacionales llevan años recorriendo el camino del desarrollo de los ordenadores cuánticos, con el único objetivo de alcanzar la supremacía cuántica, término acuñado por John Preskill, físico teórico y director del Instituto de Información y Materia Cuántica del Instituto de Tecnología de California. Pero, ¿de qué estamos hablando exactamente?
La computación cuántica (también conocida como la Ciencia de la Información Cuántica o por sus siglas CIC) es un cambio de paradigma en la historia de la informática. Mientras en la computación clásica la unidad básica es el bit, con «0» y «1» que solo pueden presentar un estado a la vez, en la computación cuántica la unidad es el cúbit (qubit, en inglés), que es capaz de combinar los estados «0» y «1» simultáneamente entre sí, creando nuevos estados «0 0», «0 1», «1 0» y «1 1», permitiendo una mayor velocidad y una potencia de cálculo desconocida hasta el momento. A este avance cabe sumar el hecho de que la evolución de la tecnología cuántica también reducirá los transmisores para los microchips, con lo que se obtendrá una mayor capacidad de proceso que únicamente se verá limitada a escala nanotecnológica, pues según las investigaciones actuales, a esta escala se produce el efecto túnel (los electrones se escapan de los canales por los que han de circular).
La supremacía cuántica juega un papel esencial de cara al futuro, pues permitirá resolver problemas e hipótesis que hoy en día se nos antojan irresolubles y otorgará el liderazgo mundial a quienes la posean. El potencial de la inteligencia artificial se elevará «n» veces hasta alcanzar una capacidad de cálculo que hará que todo lo conocido parezca insignificante. Sirva como ejemplo la experiencia de Google, uno de los grandes actores en esta carrera, que ya en 2019 anunció que su prototipo de ordenador cuántico era capaz de resolver en 200 segundos (3 minutos y 20 segundos) un cálculo que un ordenador de computación clásica como los que utilizamos actualmente tardaría 10.000 años en ejecutar; es cierto que IBM puso en duda aquella afirmación, pero nunca pudo demostrarlo. Lo que sí podemos inferir es que esta revolución global cambiará nuestra forma de vivir, de comunicarnos, de hacer negocios y, en definitiva, de relacionarnos.
Pero la irrupción de la computación cuántica no implica la obsolescencia ni la desaparición de la computación tradicional, de hecho convivirán desde la especialización y la complementariedad.
Los sectores que se verán principalmente beneficiados por la economía cuántica serán la agricultura, la manufactura, la petroquímica, la meteorología, el farmacéutico, aeroespacial, militar, bancario, automovilístico, la logística, las telecomunicaciones, la medicina… en realidad todos los sectores productivos y de servicios se beneficiarán en mayor o menor medida, directa o indirectamente, de la capacidad de cálculo y la velocidad de los ordenadores cuánticos.
Con respecto al sector turístico, el beneficio vendrá principalmente asociado al buen uso de la inteligencia artificial, de modo que se podrán realizar estimaciones de escenarios y tendencias, desarrollar y analizar comportamientos de consumo (modelos predictivos), de productos y destinos turísticos y será especialmente interesante toda aplicación vinculada al aprendizaje automático (machine learning).
La gran pregunta hoy no es quién ostentará la supremacía cuántica (Google, IBM, IonQ, Quantum Computing Inc, Atom Computing, Rigetti Computing… o tal vez alguna empresa china agazapada), sino el dilema moral que se plantea ante el uso y las aplicaciones de la tecnología cuántica y la brecha de conocimiento que producirá. El simple hecho de la comunicación de la supremacía cuántica ya cambiará la economía mundial, pues en ese preciso instante la sociedad sabrá que ninguno de los métodos de cifrado conocidos y utilizados hasta ese momento volverán a ser seguros (incluidos los de la inteligencia nacional, armamentística, la banca, la gran industria…). Todo se volverá vulnerable en muy poco tiempo, lo que conllevará un drástico desequilibrio político mundial y marcará el comienzo de una nueva era en la que hablaremos de poder cuántico, política cuántica, economía cuántica, sociedad cuántica… Todo ello sucederá en los próximos años; de hecho, ya está sucediendo y el horizonte temporal de la supremacía cuántica se estima a principios de la próxima década.
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