En estos últimos tiempos se ha intensificado –pues ya estaba abierto desde hace tiempo– el debate en Canarias acerca del modelo económico, la situación de las infraestructuras y la gestión del turismo que ha enfrentado a diversos estamentos de la sociedad canaria y a la propia ciudadanía. Sinceramente, este enfrentamiento tiene que ser más por la costumbre de atacarnos siempre unos a otros que por motivos reales para ello, pues una cosa que creo que ha quedado medianamente –e incluso meridianamente– clara es que todos estamos de acuerdo en que la situación es insostenible.

No creo que a nadie le gusten los continuos atascos en la autopista; nadie niega que las pocas opciones de alquiler de larga temporada están a precios imposibles; todos sabemos que lo ideal es que una economía esté diversificada para una menor dependencia externa y una mayor resiliencia ante las adversidades. Todos estamos más o menos de acuerdo en el problema, y eso ya es mucho.

A la hora de buscar culpables hay un poquito menos de consenso, pero de lo que no cabe duda también es que los responsables de buscar una solución –y deberían haberlo hecho desde hace mucho tiempo– son los políticos, y sobre todo los que gobiernan. Ojo, que no digo que tengan la culpa –desde luego no toda– los que están ahora, pero ellos se postularon voluntariamente para llevar las riendas del Gobierno, fueron elegidos y es por tanto su obligación enfrentar el problema y buscarle una solución.

Lo malo de los políticos es que no suelen pensar a largo plazo, pues no les interesan las medidas de las que no van a sacar rédito durante su legislatura, sobre todo si éstas podrían considerarse impopulares. A veces ocurre lo contrario y se acometen acciones que no aportan nada a la solución del problema pero resultan muy vistosas de cara a la galería, pues parece que haces algo al respecto sin hacerlo realmente. Por eso algunos hablan de tasa turística y de moratoria, poniendo el foco en la parte equivocada de la ecuación y sin aclarar qué avance se lograría exactamente con ello.

Otros iluminados de la política, en lugar de hacer su trabajo aseguran que la solución está en que los empresarios turísticos suban los sueldos. Es grave que descarguen en otros la responsabilidad de un problema generado por su pasividad; pero lo peor es que gente que está a cargo de un gobierno muestren tal desconocimiento acerca del funcionamiento más básico de la economía. Subir sueldos estaría muy bien –los políticos lo ven muy fácil porque ellos lo hacen con los suyos frecuentemente, podrían de paso revisar otros sectores que andan bastante más necesitados de ello–, pero ya me dirán qué aportaría ello al problema de los alquileres desorbitados y los interminables atascos. Quizá haga falta algo que pocos políticos tienen: valor para tomar las medidas necesarias, sean las que sean y cuesten lo que cuesten.

La culpa no es del turismo per se, y menos aún del turista individual, desde luego no deberíamos hacerle sentir así. Yo no quiero que se quede en su casa, quiero que venga a Canarias y disfrute de nuestras islas, quiero agradecerle que nos elija de entre tantos destinos turísticos en el mundo porque #CanaryIslandsLoveTourism. Que no se nos olvide de que todos somos turistas en algún momento y nadie tiene derecho a insultarnos y culparnos por los problemas que ellos no supieron gestionar. La responsabilidad –que no culpa– en esta situación es nuestra. Por acción, por omisión, por no haber hecho lo suficiente o por haber dejado hacer demasiado. Y a nosotros nos corresponde hacer que esto cambie, aunque mucho me temo que nos va a hacer falta algo más que 5 días de reflexión –a diferencia de otros– para decidir el camino a seguir.

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Fernando Josa Marín es director de hotel

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