Tras un proceso de convencimiento, ajuste y decisión, el turista elige el destino y la forma en que llegará hasta él. Cargado de expectativas y con una variable (en cantidad y calidad) información, afronta sus días de vacaciones. La creación de su experiencia turística ya comenzó en el momento en que empezó a recibir los embates de la imagen proyectada (publicidad directa, vídeos promocionales, documentales y noticias, etc.), pero es ahora, en el destino, donde se terminará de conformar. Dejaremos para más adelante la elección de actividades y productos, centrándonos ahora en una de las formas de conocer turísticamente el lugar visitado.
Muchos turistas precisan y buscan un mediador entre ellos y el destino. La brevedad de la visita, sentirse más seguros, la atracción de un producto ofertado o complementar su tiempo con nueva información pueden ser razones más que suficientes para buscar el apoyo y mediación de un guía turístico. Ello suele realizarse a través de agencias o contratando directamente determinados productos/empresas a través de internet, aunque cada vez se nota más la fidelización de la clientela, no tanto porque repita, sino porque orienta a otros turistas (amigos, parientes e internautas).
El guía proveerá de asistencia, información histórica, patrimonial, medioambiental y socioeconómica, pero sobre todo interpretará un territorio y sus gentes para un grupo determinado de individuos. Esa interpretación es más que una simple traducción entre idiomas. Entendiendo que no es la comunicación estándar que traduce de manera plana unos contenidos determinados (tipo audio guía), se trata de una adaptación comunicativa a personas concretas, de entornos socieconómicos y culturales específicos, que el guía identificará a partir de la información que le aporten y, sobre todo, su “expertice” en la profesión. El conocimiento de códigos culturales según la procedencia y edad de los turistas facilitará la tarea de hacer amena la relación humana establecida en las horas de guiado y, con ella, el acercamiento intermediado a la cultura local.
Más allá del tópico que dice que el guía turístico es la cara visible del destino, el rol que desempeña en el sistema le distingue por su potencial para administrar y orquestar la experiencia turística, contribuyendo al alcance de objetivos de responsabilidad en los destinos. Así los logros de sostenibilidad que muchas áreas turísticas están tratando de alcanzar pasarán por la formación, las capacidades y experiencia de estos profesionales.
Se considera que tal proceso es muy sensible al segmento de turistas que utiliza o consume recursos culturales y naturales, especialmente, a las visitas de elementos catalogados como patrimonio, ya que la mediación cultural ejercida a diversos niveles puede determinar los diferentes comportamientos y ‘prácticas’ de los turistas, así como el cumplimiento de expectativas y la mejora de la imagen percibida sobre el destino.
Aunque en Canarias no se haya prestado suficiente atención, en el compromiso de los guías de turismo se ha descargado una parte de la sensibilización sobre los problemas ambientales, la reflexión sobre la responsabilidad de ser turista y la percepción de la calidad del destino. Vaya aquí un modesto reconocimiento por su tarea y esfuerzo como profesionales y organizaciones. Pero es preciso no disminuir el esfuerzo en la preparación continua y la innovación. Romper rutinas, crear nueva oferta, sorprender al visitante es posible. Sus interpretaciones pueden agregar valor a los productos ofertados, alentar la mejora de los existentes y promover espacios ignorados.
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