Con este título no pretendo polemizar ni entrar en debate sobre las nuevas tendencias en la economía colaborativa que han irrumpido con fuerza en el turismo y que ya están aquí para quedarse por tiempo indefinido. Lo que si me gustaría hacer es una reflexión honesta y sosegada de cómo esta nueva modalidad de intermediación y venta de alojamiento o servicio turístico puede llegar a afectar positiva o negativamente a nuestra industria madre.
Quizás influenciada por mi experiencia hotelera me he posicionado durante algún tiempo en contra del alquiler vacacional, y los argumentos con los que he contado a la hora de defender mi postura es que este tipo de negocios no cuenta con la carga impositiva y obligaciones legislativas que tienen los hoteles y apartamentos. No quiero entrar a valorar si el fallido y polémico decreto 113/2015 que “intenta” regular la actividad de alquileres vacacionales en Canarias es bueno, malo, justo o injusto.
Mi intención es centrarme única y exclusivamente en el punto de vista del turista que nos visita, en cómo percibe este servicio y la experiencia que gira en torno a su uso y disfrute. Una de las premisas básicas en contra de este tipo de negocios es que la calidad que se le ofrece al turista no está acorde con unos mínimos estándares. Hoy creo firmemente que existe un nuevo segmento en el mercado que demanda este tipo de viviendas vacacionales sin que deba ir en detrimento de la oferta de alojamiento en hoteles y apartamentos.
Tenemos que luchar por mejorar la oferta de todo tipo, tanto la tradicional como la emergente. Debemos apostar por la diversificación total y absoluta, tanto de nuestra oferta como de nuestra demanda, buscando nuevos mercados y ampliando los ya existentes. No veo descabellada la idea de duplicar la cantidad de turistas que viene a nuestras islas, siempre de forma responsable, sostenible y rentable. Desconozco aún en cuanto tiempo podríamos llegar a hacerlo, ni las fórmulas que tendríamos que aplicar, pero si sé que nos queda aún mucho para llegar a nuestro tope de visitantes anuales. Siempre contando con las infraestructuras y los servicios necesarios para poder acogerlos.
Debemos apostar por la diversificación total y absoluta, tanto de nuestra oferta como de nuestra demanda, buscando nuevos mercados y ampliando los ya existentes
Si existen turistas dispuestos a adquirir servicios dentro de la popular economía colaborativa o dentro de las plataformas P2P ‘Peer to Peer’, claramente debemos de exigir a los propietarios de estos negocios que actúen de forma legal, ética, y bajo altos estándares de calidad.
He conocido de primera mano experiencias de visitantes altamente satisfechos con el alquiler de un apartamento vacacional, ya que su anfitrión ha hecho que su estancia fuera de ensueño. Es como si a este turista le fuera a recibir un pariente o amigo que le explica de forma muy personalizada aspectos fundamentales de la isla, le acomoda en un lugar placentero acorde a sus expectativas, se prodiga en atenciones con él y está localizable durante las 24 horas del día. La limpieza del alojamiento es de primer nivel, lo que motiva al turista a comentar en internet su fantástica experiencia. Eso es lo que hará que su negocio funcione. Si lo hace mal, lógicamente su negocio le irá mal y no recibirá clientela.
No podemos dar la espalda a lo que se nos viene encima, simplemente tenemos que abrir los ojos, estar preparados y contar con las mejores herramientas para gestionar y legislar mejor nuestro destino.
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Guacimara Magdaleno (@MagdalenoG) es socia fundadora de Futurismo Canarias (@fu_turismo) y directora en Futurcan
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