Fuerza y valor

Nuestros parques nacionales, un lujo ¿gratuito?

29 Feb , 2016  

A finales del pasado año tuve la oportunidad de recorrer y conocer intensamente una buena parte de la costa oeste de Estados Unidos, donde la variedad de paisajes y diversidad de culturas es realmente sorprendente. Entre las innumerables experiencias vividas pudimos visitar varios parques nacionales y algunos parques especiales (estos últimos no gestionados por el Gobierno estadounidense, sino directamente por las comunidades indígenas “propietarias” del territorio, fundamentalmente los indios navajos).

El primer denominador común de todos estos parques, además de su indudable belleza natural, era que, en todas las entradas posibles, existía un control y una taquilla donde te cobraban el uso y disfrute del parque, con distintas modalidades y precios: pase anual, pase para siete días con vehículo y personas, entre otras fórmulas. Lo que más me sorprendió, además de la amabilidad de los rangers, encargados de darte la bienvenida y explicarte lo principal del lugar, era que todo el mundo pagaba serenamente el importe correspondiente.

El segundo era el espectacular despliegue de medios y servicios a disposición de los visitantes: patrullas en permanente vigilancia y ayuda, papeleras, teléfonos de SOS, centros de visitantes con todos los servicios, carteles informativos, miradores, etcétera. A modo de referencia, sería interesante indicar que la tarifa media por vehículo, con hasta cuatro personas y siete días de uso (propuesta mínima), era de 25 dólares.parques nacionales

A principios de este mes estuve pateando, por motivos familiares, nuestro parque nacional por excelencia, Las Cañadas del Teide, e hice noche en el refugio para ver amanecer en el pico. Huelga decir que es un espectáculo digno de ver, al menos una vez en la vida. Tras la experiencia y esperando el primer teleférico de la mañana tuve la oportunidad de charlar con varios operarios de limpieza y mantenimiento, los cuales se quejaban amargamente de la falta de control y medios de nuestro parque, de la inconsciencia de los visitantes y senderistas, de la masificación, de…

Tras mis experiencias personales que acabo de compartir con los lectores me hago las siguientes preguntas:

  1. ¿Nuestros visitantes individuales entenderían y aceptarían abonar una cantidad de dinero a cambio de recibir servicios y atenciones adecuados a un espacio natural como los que tenemos en nuestras islas?
  2. ¿La todopoderosa turoperación, los hoteleros y el sector en general entenderían la importancia de mantener estos parajes y poder enseñar a sus clientes y nuestros visitantes unos espacios cuidados, limpios, vigilados y con alto valor añadido?
  3. ¿Nuestros gobernantes entenderían que esto no debería suponer un ingreso extra a las arcas municipales, cabildo o gobierno, sino la fórmula ideal para poder alcanzar niveles de excelencia como producto y como destino?
  4. ¿Los propios habitantes de nuestras islas daríamos más importancia a estos espacios que la naturaleza nos ha regalado y que muchas veces minusvaloramos?

Si las respuestas en las cuatro preguntas son SI, ya estamos perdiendo un tiempo precioso para poner en marcha un sistema eficaz y rentabilizar nuestros tesoros conservando lo nuestro, además de generar empleo con una oferta de alta calidad.

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Enrique Lucini Serra es consultor de empresa, socio director de elsconsultores y creador de S.E.R, transformando conciencias y equipos.

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