Nicolás Rodríguez, jefe del departamento de equipajes y portería del Gran Hotel Bahía del Duque
“¿Sabes? Yo sin mis chicos no soy nadie, me gustaría que lo destacaras en la entrevista, por favor, porque es tan verdad…”. Nicolás es, sobre todo, una persona agradecida, ante la vida –a pesar de momentos personales duros– y ante su trabajo, que afronta cada día con la ilusión del primero. Nació en La Orotava (1967), “en el barrio de La Perdoma”, concreta, y tras 25 años viviendo en el sur de Tenerife aún no se acostumbra: “Se echa mucho de menos el pueblo”, afirma. Comenzó trabajando en una empresa de transportes como auxiliar administrativo, pero en una ocasión, dando un paseo por el Sur, se fijó en el inicio de las obras del Gran Hotel Bahía del Duque. “En aquel momento tenía muchas ganas de cambiar de trabajo, así que me acerqué a unos obreros y les pregunté si había algún lugar allí que recogiera solicitudes. Me señalaron una oficina cercana y rellené una instancia de trabajo; lo hice por ver si sonaba la flauta”. Y la flauta sonó apenas dos meses después. Ya hace 22 años de aquel 1 de julio de 1994, su primer día en este establecimiento de lujo que, entonces, no era el complejo que es hoy, pues se construyó por fases. Con un entusiasmo desbordante, Nicolás asegura que no hay un solo día igual en su trabajo y eso le motiva muchísimo.
¿Cómo comenzó en el hotel, Nicolás?
Cuando empecé a trabajar, la estructura del hotel no era ni por asomo la de hoy. De hecho, el departamento que ahora tengo la suerte de dirigir ni siquiera existía. Yo empecé como botones y si no me falla la memoria solo éramos dos. Hoy, entre porteros y botones tengo a 23-25 personas trabajando conmigo. También estuve seis meses en la recepción los fines de semana en horario nocturno.
¿Recuerda aquella entrevista de trabajo?
Sí, sí. La jefa de Recursos Humanos, Mari Cruz Fernández, que hoy sigue, me entrevistó en la habitación 507, no lo olvido. Ella alucina con mi memoria, porque entonces el hotel estaba todo en obras menos esa planta.
¿En qué consiste la labor de un jefe del departamento de equipajes y portería? ¿Qué perfiles tiene en su equipo?
Mi área está formada por botones –los que trabajan dentro del hotel ayudando con los equipajes – y porteros –los que están pendientes de las numerosas puertas del establecimiento –. Desempeñamos las funciones propias conforme a los estándares y procedimientos marcados por la empresa con el fin de garantizar la calidad del servicio y satisfacción de nuestros clientes. Entre las funciones del botones o mozo de equipaje está la atención personalizada al cliente desde su llegada hasta su salida para facilitar su estancia y promover su bienestar. Esa atención consiste, entre otras funciones, en transportar las maletas y acomodarlas en la habitación correspondiente, acompañar al cliente a su habitación explicándole todo lo que hay en ella; ayudarlo a cambiar de habitación cuando sea necesario; entregarle mensajes, correspondencia, flores…Por su parte, las funciones principales del portero son control de acceso al hotel, facilitando de esta manera la entrada y salida al cliente; solicitar distintos servicios para el cliente, como los taxis; descargar el equipaje de cualquier vehículo en que el cliente tuviera acceso al hotel; estacionar el vehículo del cliente si nos lo pide; o explicarle los servicios del hotel, horarios y demás información local que pueda solicitar.
¿Qué supone para usted trabajar en un establecimiento turístico como el Gran Hotel Bahía del Duque?
Lo que destacaría es que en este hotel te dejan trabajar, te dan una libertad importante en el ejercicio de tu labor y cuando eso sucede trabajas muy a gusto y no te quieres ir de tu puesto. Afortunadamente, todos los días sucede algo diferente, no hay un día monótono. Siempre me he tomado el trabajo con mucho optimismo y así se lo transmito a los chicos de mi departamento, a los que siempre les digo ‘vengan a trabajar con alegría’. Esto es un privilegio, porque a pesar de las malas épocas, que las ha habido, lógicamente, siempre me he sentido orgulloso de estar aquí.
Imagine que mañana tiene usted a su cargo a dos jóvenes en prácticas que quieren ser porteros de este hotel. ¿Cuál sería su consejo más preciado?
Que lo disfruten y sepan apreciar lo que tienen, porque este es un trabajo en el que se conoce a muchísima gente y es imposible que te aburras… Las horas se te van sin darte cuenta, sobre todo en aquellos puestos, como el nuestro, en que tenemos trato directo con los clientes. Algunos que repiten en el hotel ya te conocen y los hay que hasta te abrazan al volver a verte.
Decía que tiene contacto con los clientes con mucha asiduidad, ¿cómo es su relación con ellos?
Los clientes habituales ya manejan mucha información y, a veces, con solo mirarlos ya sabes lo que necesitan. Tenemos una relación respetuosa y muy cordial; algunos entablan conversaciones contigo. Recuerdo, por ejemplo, hace apenas un mes un cliente me dijo muy sincero: ‘Te doy las gracias porque me has hecho muy feliz a mí y a mi mujer durante nuestra estancia’. Y eso genera mucha satisfacción.
¿Les piden información sobre la isla?
Sí, por supuesto, nosotros manejamos información general sobre Tenerife. Internamente, dentro la estructura del hotel, somos un equipo que, a veces, en plan broma, nos llamamos el departamento de Emergencias, porque nos llaman para todo: si se cae un cliente, todo el servicio de habitaciones, hablamos con los directores por si hubiera alguna urgencia… Son tantas cosas… hay establecimientos en los que los porteros no se mueven de la puerta, nosotros vamos más allá en la atención al cliente. A quienes vienen en silla de ruedas, por ejemplo, los atendemos nosotros y los tratamos como si fueran nuestros padres… A mí me gustaría que me trataran así el día de mañana.
En su departamento trabajan muchos jóvenes canarios, ¿verdad?
Sí, de los 25 que somos, cuento ahora mismo con un francés, un ruso, un italiano y un colombiano. De resto todos son de Tenerife, o sea, 21, y el 75 por ciento del equipo es fijo.
¿Y hay alguna mujer?
Pues no, la verdad, pero me encantaría que hubiera mujeres en nuestro equipo.
Igual cuando sus jefes lean esta entrevista optan por perfiles femeninos para esta labor.
Pues sí, póngalo usted, póngalo, a ver… (risas).
¿Cuál es la clave de la actitud que debe tener un portero de hotel? ¿Basta con ser amable?
Hay que ser muy amable, sin duda, sonriente, con ganas de hacer las cosas y tener muy claro que el cliente es el cliente, y el trabajador, el trabajador. Digo esto porque hay que ser muy prudente y pensar que igual hay clientes a quienes no les gusta que los saluden dándoles la mano.
¿Y aptitudes? ¿Son necesarios los idiomas, verdad?
Sí, por supuesto, como mínimo el inglés y a un nivel que nos permita tener una conversación normal y fluida con el cliente. Hay que tener estudios de bachillerato ó Grado Medio en formación profesional en Alojamientos Turísticos, así como ser una persona afable y con don de gentes, dinámica, proactiva, empática y con altas dotes de comunicación.
¿Les preguntan mucho los clientes a qué se debe su vestuario?
Sí, claro. El que llevamos en mi departamento es el traje típico del siglo XIX de Tegueste. Mucha gente de Canarias, incluso, ignora el origen de nuestro vestuario. Lo único que molesta es cuando te preguntan, por desconocimiento, obviamente, de qué vamos disfrazados, pero bueno, entiendo que no lo sepan.
La de historias de las que debe enterarse un portero… Deben haber conocido ustedes a muchos famosos y tener muchas anécdotas…
Uf, sí, muchísimas, pero ahora mismo recuerdo cuando en una ocasión, hace años, llegó de noche al hotel Manolo Vieira. Llegó solo, le dimos las buenas noches y él se quedó pagando al taxista dentro del vehículo. Me acerqué y le pregunté si llevaba maleta, me dijo que sí, y le recogí la maleta y la puse en el hall. Antes de soltarla me dice: ‘Niño, niño, ¿dónde vas tú con esa maleta?’. ‘Señor, se la voy a poner aquí’, le respondí, y me suelta ‘eh, que la maleta va conmigo’. En otra ocasión vino Luis Miguel con Mariah Carey y la seguridad fue increíble, el hotel estaba blindado, hasta tal punto que en la habitación 267, una de las mejores del hotel, forraron todas las ventanas de negro para que no pudieran hacerles fotos. Nunca salían por la puerta, sino a través de la playa, los recogían allí y los acercaban al yate que tenían fondeado frente al hotel. O cuando se alojó Margaret Thatcher, la ‘dama de hierro’, que en las distancias cortas era una mujer muy amable.
Por toda la información que maneja, el perfil de un portero se me antoja protagonista de una película de misterio. ¿Se animaría a protagonizarla?
(Risas). ¿Y por qué no?
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Se llama GRAN HOTEL, porque los que lo hacéis funcionar, desde la Directora has el ultimo botones que entro, sois GRANDES, trabajadores/as. Y personas.
FELICIDADES A ESA EMPRESA POR TENER EL PERSONAL QUE TIENE
Nicolas es una gran persona y un gran compañero….me alegro mucho de trabajar con él. Me encanto la entrevista.
Sin conocer personalmente a D. Nicolás (Entrevistado), siento una gran admiración por su labor, y de cómo ha gestionado las funciones propias del Dpto que dirige, en el cual ha sido partícipe del mismo un íntimo amigo mío: Mario Alberto Cabrera Chavez, del que no dejan de salir frases de elogio por su ex – jefe primero de botones.
Gracias y felicidades.