Aprovechando el pasado periodo vacacional de algunos amigos y compañeros de profesión, un día quedamos algunos para desayunar y optamos por ir a unos de los centros comerciales del sur de Tenerife. A veces pienso si es que todo me pasa a mí o si soy el único que se fija en estas cosas. Lo cierto es que nos pedimos para tres personas lo siguiente: 3 focaccias, un zumo de piña, un café corto y un zumo de naranja. La forma en que nos sirvieron y lo que sucedió con la comanda se lo relato a continuación.
Vale que el café se le puede caer a cualquiera, aunque sea un reconocido profesional, no somos máquinas programadas antierror pero… es que no era corto, era reducido. Eso sí, comentamos que estaba bueno.
El zumo de naranja me preocupé de que fuera natural. Que presentara esas hebritas de la pulpa de la naranja todas iguales y del mismo tamaño no quiere decir que sea recién exprimido. Hoy en día las marcas que comercializan este tipo de zumos los elaboran mezclando el elemento líquido con esas hebritas deshidratadas que, al contacto con el líquido, se hidratan de forma que el resultado en boca simula un zumo recién exprimido. Bebo zumo de naranja cada mañana y para esto tengo un sensor bastante afinado. De todas formas, creo que algunos piensan que pueden mezclar este zumo con el recién exprimido y natural, consiguiendo un sabor aceptable a bajo coste.
El zumo de piña era de una conocida marca comercial y obviamente era lo que se esperaba, sin problema. Pero al llegar las focaccias… el jamón no era salado, era sal con algo de jamón, por lo menos en la carta se especificaba que era jamón serrano y en ningún momento se nombraba la palabra ibérico, por lo que podíamos esperar cualquier cosa. Además, las foccacias venían en platos de café con leche, según me confirmó mi compañero y colaborador de este blog, Alberto Martínez, con lo que aquella especie de bocadillo se salía del plato.
Me pregunto a qué estamos jugando en una región como Canarias, una de las mayores potencias turísticas de Europa y de las más punteras a nivel mundial. Sé que desde todos departamentos y sectores trabajamos para ofrecer un servicio digno y de calidad al cliente que nos visita, pero me cuestiono cómo es que hay alumnos que cursan sus ciclos formativos o programas de estudios a través de certificados de profesionalidad en situación de paro a los cuales me consta que se les da bastante caña en su proceso de enseñanza y se encuentren en activo personas que con todo su derecho desempeñan una labor errónea. Hay errores que no se pueden dejar pasar.
Me pregunto también si es el empresario el que impone y da directrices para que esas focaccias se sirvan en plato de café con leche. Obviamente, las cosas no están como para discutirle al jefe, pero a ver…. ¡Un mínimo de profesionalidad! De nuestras escuelas salen cada año profesionales muy bien formados y con las lecciones bien aprendiditas, pues nuestro objetivo y responsabilidad, el de los que nos dedicamos a enseñarles, es que errores así se sucedan. Mimemos más al sector que mueve el motor de nuestra economía, por favor.
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Mi estimado Roberto!!!! Y eso que solo fuiste a una cafeteria de un centro comercial. Hecho similares a este y aun peores estan pasando incluso en hoteles de 5 estrellas de nuestra zona, imagínate en algunos 4 estrellas. Desgraciadamente asi está nuestra profesión y los motivos son variados, uno de ellos sin lugar a dudas la sangria que se esta haciendo con el innecesario ahorro en costes fundamentales como el personal, desde luego este no es el camino, y los hoteles casi todos llenos a precio de oro, aprovechemos ahora que destinos competencia directa estan pasandolo muy mal porque cuando se recuperen seremos nosotros los que sufriremos por tanto daño que le estamos causando al sercicio que ofrecemos a nuestros clientes. Porsupuesto que hay excepciones de Empresas que siguen el camino correcto pero no dejan de ser eso excepciones. Un fuerte abrazo amigo 😉