Lo barato acaba saliendo caro y recurrir a bajar los precios como mecanismo para seguir siendo competitivo puede suponer el caer en un círculo vicioso de pérdida de valor. Frente a esto, apostar por la reputación supone diferenciarse mediante el reconocimiento de los grupos de interés a los que el negocio se dirige.
Imagínese: ante un escenario de tendencia a la baja, un hotel decide que la solución es disminuir sus precios, lo que acabará trayendo a su vez un probable descenso en la calidad de los servicios que ofrece, pudiendo influir también en las condiciones en la que trabaje el personal (que podrá verse reflejado en su atención al cliente) y, ante este panorama, es más que probable que lo que distinga a este establecimiento de la competencia se limite exclusivamente al precio.
La comunicación se plantea como una alternativa a esto capaz de hacer frente a esa competencia desde un planteamiento que no sólo suma, sino que además no resta (tampoco en lo que a precio se refiere). A través de un plan que recoja la estrategia comunicativa desde todos sus ámbitos se persigue posicionar a la marca en línea con los objetivos para el desarrollo de la organización.
Todo ello marcará la diferencia, puesto que ya no se tratará solamente de precio o de percepciones; la clientela tendrá también en cuenta el negocio con base a la reputación que han construido las acciones de comunicación. Y dada la tendencia que hay entre los turistas a elegir dónde alojarse en función de la opinión que den otros, de la que hablamos en el último post, el valor reputacional se alza como una vía que no sólo permite competir frente a la bajada de precio, sino que además es capaz de protegerlo.
En este punto la comunicación externa es especialmente importante, ya que implica la oportunidad de interrelacionarse con los grupos de interés que no pertenecen a la organización. Clientes, turoperadores, medios de comunicación, proveedores, incluso la sociedad en general, todos ellos tienen una valoración del negocio que se regenta, determinada por los hechos y no tanto por las palabras. Participar activamente, a través de este plan de comunicación externa, en el proceso de conformación de opinión es útil, entre otras cosas, para alinear el posicionamiento que se quiere proyectar en los grupos de interés mediante acciones dirigidas a crear, mantener o mejorar la relación con ellos.
Fuente: Woll Consultores
Se dice que sarna con gusto no pica. Debe ser por eso que, ante un turismo cada vez más exigente, la predisposición a pagar más por un establecimiento con buena reputación y recomendado por quienes se han alojado en él es mayor frente a otro más barato pero con peor valoración de su reputación. ¡Recuerde! Reputación y precio van de mano, ya sea para crecer o para caer.
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