Para Stephen R. Covey, el hábito de la escucha se produce por la intersección del conocimiento, la capacidad y el deseo. El conocimiento es el qué hacer y el para qué, la capacidad es el cómo lo hacemos y el deseo es la motivación, es el querer hacer. Para convertir algo en nuestra vida en un hábito, necesitamos estos tres elementos.
Si no estamos atentos a estos tres elementos fácilmente podemos ser inefectivos con nuestros equipos, por ejemplo, si solo traslado lo que pienso (conocimiento), no los estoy escuchando realmente; es más, me atrevería incluso a decir que sin esta interacción del proceso de la escucha no sabría ni siquiera qué tengo, debo o necesito escuchar.
Saber que necesito escuchar no basta si me falta capacidad para hacerlo, esto se materializa por ejemplo cuando interrumpimos constantemente a la persona que está hablando.
Saber que necesito escuchar y cómo hacerlo no basta si no se quiere escuchar. Por ejemplo, cuando manifiesto interés en conocer las preocupaciones o sugerencias de mi equipo.
Y para crear el hábito tengo que saber escuchar, saber cómo se hace y querer hacerlo.
Cuando hablas solo repites lo que ya sabes; pero cuando escuchas quizás aprendas algo nuevo – Dalai Lama
Trabajando sobre el conocimiento, la capacidad y el deseo podemos romper antiguos patrones de comunicación que no nos resultan efectivos, aunque hayan sido patrones seguros durante años.
Romper patrones o creencias del pasado en ocasiones no es fácil ni placentero, requiere de toma de conciencia, esfuerzo voluntario y motivación. Este cambio tiene que estar motivado por un propósito superior, que es la disposición a subordinar lo que uno cree que quiere por lo que querrá en un futuro. Este cambio nos permite el tránsito de equipos reactivos a equipos proactivos, poniendo el foco en el valor y la importancia de las personas, que hacen que las empresas y el mundo funcionen, generando espacios donde se promueva el trabajo colaborativo y la comunicación empática.
Así que te invito a que te retes y pongas atención cuando escuches a tu equipo, no sólo en el qué y el para qué lo haces, sino cómo lo haces y desde dónde. El reto nos invita a atrevernos y luego ya vemos lo que aprendemos.
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