La hotelería de lujo actual es cada vez más exigente. Y sus clientes son hombres y mujeres acostumbrados no solo a un trato exquisito, sino a estar constantemente rodeados de calidad y alto standing. Por ello, por ser personas muy viajadas, que han pisado hoteles exclusivos en cualquier rincón del mundo, son personas difícilmente impresionables. Si en un negocio normal es complicado conseguir un efecto Wow, es decir, impresionar al cliente, imagínense lo complejo que es lograrlo en un hotel de lujo.
Ese efecto solo se consigue con una obsesiva persecución de la excelencia: requiere tener todos los detalles pensados y organizados con precisión y sincronía.
No se trata solamente de tener las mejores instalaciones, de haber empleado los mejores materiales, de disponer de elementos decorativos únicos y singulares, de contar con habitaciones amplias y acogedoras, de lobbys increíbles, jardines, fuentes o espacios naturales, restaurantes exclusivos, infinity pools de ensueño, amenities de marcas renombradas en los baños o de una buena oferta gastronómica, deportiva y de wellness.
Lo más valioso, y a mi entender fundamental, y así lo traslado a mi equipo en Las Terrazas de Abama, es conseguir personalizar la experiencia: lograr que esos clientes, a través de nuestra proactividad y atención respetuosa por parte de todo el personal del hotel, sepamos adelantarnos a sus requerimientos, prever sus peticiones y saber ir incluso más allá para sorprenderlos y cautivarlos.
El verdadero efecto Wow en la hotelería de lujo se alcanza cuando conseguimos la sorpresa, la originalidad, cuando somos capaces de crearle a un cliente que tiene integrado el concepto del lujo momentos memorables, incluso emotivos, que involucren todos sus sentidos.
Porque la parte humana, la emocional, no solo es también muy apreciada en el segmento de lujo, sino que es esencial. Por ello, los hoteles o resorts de 5* se deben centrar en formar muy bien a sus equipos técnicamente, pero también deben preocuparse de dotarles de las actitudes y aptitudes de servicio apropiadas, enseñarles a saber empatizar con este perfil de clientes y enamorarlos.
Si conseguimos esto, no tengan ninguna duda: se convertirán en sus más fieles y habituales clientes, pues siempre buscarán repetir donde se han sentido mimados, tranquilos, seguros, reconocidos, bien tratados con cortesía y profesionalidad. Siempre volverán al hotel en el que se pasaron la estancia pensando ¡Wow! y, lo que es mejor, lo recomendarán. El boca a boca hará el resto.
Abama Resort, efecto Wow, Las Terrazas de Abama, luxury tourism, luxury travel, turismo cinco estrellas, turismo creativo, turismo de lujo, turismo emocional
Si continuas utilizando este sitio, aceptas el uso de las cookies. Más información
Las opciones de cookie en este sitio web están configuradas para "permitir cookies" para ofrecerte una mejor experiéncia de navegación. Si sigues utilizando este sitio web sin cambiar tus opciones o haces clic en "Aceptar" estarás consintiendo las cookies de este sitio.