Mi reflexión de hoy va dirigida, sobre todo, a mis colegas de finanzas y administración que estamos inmersos en estos momentos en presentar el presupuesto para el año próximo. Y es que este problema no lo tiene solo el Gobierno, aunque su preocupación va solo por barrios (el de Nadia Calviño, nada más).
Muchas veces comento con compañeros que yo no estudié en la Hogwarts School of Witchcraft and Wizardry, así que dotes de adivino no tengo. Hay que ser muy adivino para saber cómo evolucionará la actividad de una empresa en los meses siguientes. ¡Cómo ha cambiado todo desde marzo de 2020!
Los de más edad del lugar, nacidos antes de 1975, puede que recuerden una película de Disney llamada Fantasía. Esa película, siendo de Disney, no es precisamente un cuento de princesas y brujas, sino más bien una obra musical de dos horas de duración, que puede dejar “sonado” a cualquiera. Sin embargo, la peli tiene una parte, más concretamente la tercera, que es la que se hizo famosa por cómo Mickey Mouse aplicaba un hechizo a una escoba para que le hiciera el trabajo duro, mientras él se echaba una siestecita. El resultado es que la escoba echaba agua y más agua sin visos de parar en ningún momento y Mickey no sabía el conjuro para hacerla parar. ¿Solución? Rompo la escoba y todo listo. Falso, ya que el remedio multiplicó el problema hasta casi ahogar al pobre aprendiz. Haz un ejercicio de imaginación y piensa que toda esa agua son los contagios por COVID-19, no creo que vaya muy desencaminado.
Y yo creo que casi nos está pasando algo similar al intentar planificar la actividad del año próximo: cuando pensábamos que las cosas volvían a su cauce ‒vacunas, bajada de contagios‒, va y se dispara, nunca mejor dicho, el coste energético a un nivel que nunca se ha visto antes. ¿Cómo puede subir el precio del kilowatio/hora más de un 200% en menos de 90 días?
Pues con ese cañonazo que rompe cualquier avance de mejora nos viene otro más con la subida del coste de cotizaciones sociales, además de subir de nuevo los contagios en los principales países emisores de turistas (si no quieres sopa, ¡toma dos tazas!).
En serio, me siento como si me despertara de una siesta ‒el año 2020 iba a ser la bomba de felicidad‒ y llevo casi 20 meses intentando parar una maldición que ni cortando escobas ‒llamémoslos costes operativos‒ resolvemos el problema. De aprendiz de brujo, tomo 1.
Todos los que trabajamos en finanzas tenemos la ilusión de que cuando presentamos el presupuesto para el siguiente año hemos hecho bien nuestro trabajo de “imaginación”, y eso que lo presentamos siempre con una idea de que las alegrías nos las dé la propia realidad, mejorando las perspectivas al llegar a final de año. Pero si ya hacer el presupuesto de este año que casi acaba ‒eso sí que era de graduados en Hogwarts‒, el preparar el presupuesto de 2022 se está convirtiendo otra vez en un escenario de película y no precisamente de Disney.
El conjuro que usó Mickey se acabó cuando su Maestro llegó y con unas simples palabras hizo que la escoba, y todas las demás escobas que se habían creado, pararan de golpe y se pudo recuperar la normalidad. Si alguien conoce al Maestro que es capaz de lograr parar la situación que tenemos ahora, le agradecería que me lo presentara, y a todos. Que habitaciones de cortesía tengo unas cuantas, para que pueda pasar una temporada de descanso, eso sí, después de parar la avalancha de gastos que tenemos encima.
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Creía que en el final desvelarías el nombre del Maestro para todos ….habrá que esperar. Enhorabuena , fantástico texto!
Todo cambia después de 2020
[…] mediados de noviembre pasado, en mi última reflexión en este blog, hablaba de lo “brujo” que tiene que ser uno para hacer una planificación más o menos […]