Seguramente uno de los términos más manidos de los últimos tiempos sea innovación, que parece llevar implícita la creatividad, con la que además suele confundirse, cuando la realidad es que son conceptos distintos que discurren en paralelo pero no siempre van unidos.
Según la RAE, creatividad es la «facultad de crear», y nos propone como sinónimos los siguientes: inventiva, imaginación, ingenio, inspiración (qué poco me gusta esta palabra, será que no la he experimentado nunca, pues siempre estoy trabajando), magín. Partiendo de esta definición y sus conceptos cercanos podemos afirmar que la creatividad es la «capacidad individual o colectiva de imaginar conceptos, escenarios, usos o productos nuevos y singulares, a partir del conocimiento adquirido, de forma consciente o no, de los hábitos y las necesidades de los individuos o grupos y que no necesariamente ha de tener un uso o fin específico«.
La creatividad implica el desarrollo mental de un hecho revolucionario que marque una época en cierto sentido, pero también un uso cotidiano que puede parecer poco significativo. Todo individuo es potencialmente creativo y esta capacidad se puede y se debe potenciar y facultar; de hecho es una de las aptitudes que más deberían valorarse y estimularse en el entorno académico y laboral.
Por su parte, según también la RAE, innovación es la «acción y efecto de innovar» o la «creación o modificación de un producto y su introducción en un mercado«, para la que nos propone como sinónimos cambio, mejora, novedad, originalidad, invención, perfeccionamiento. A partir de esta definición y sus conceptos afines podemos establecer que innovación es el «acto o consecuencia asociado a una creación, mejora, alteración o cambio de uso y que implica, en mayor o menor medida, un cambio o una aportación relacionados con la producción de bienes de consumo o servicios«.
Relación entre creatividad e innovación
Como ya he comentado, ambos términos discurren en paralelo, pero con un punto de partida común: sin creatividad no hay innovación, pero puede haber innovación sin creatividad.
La creatividad tiene como objetivo generar novedad mientras que la innovación persigue su aplicación: ponerla en práctica, facilitarla, producirla y ejecutarla. La primera presenta un proceso eminentemente imaginativo, mientras que la segunda pasa por un proceso fundamentalmente productivo, entendiendo por proceso la «relación dinámica de etapas necesarias y precisas para obtener o conseguir un fin o propósito».
Otro elemento diferenciador radica en el hecho de que la creatividad es un proceso mental y la innovación es un proceso físico. También cabría diferenciarlas por su capacidad de medición: la creatividad no precisa de unidad de medida, más allá de la inversión en tiempo y los recursos que permitan que surja, mientras que la innovación está asociada a un proceso perfectamente establecido, medible y cuantificable, con unos objetivos claros marcados desde su inicio.
Por otra parte, si bien ambas son generadoras de riqueza, la primera no implica riesgo o pérdida económica directa (salvo equipos de desarrollo vinculado con corporaciones o instituciones, que se imputan a gastos generales).
Si tuviera que describirlas con una sola idea, diría que la creatividad es una facultad y la innovación es una competencia.
creatividad, innovación empresarial
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