Cuaderno de viajes

En el bar del Parador

23 Dic , 2013  

Las sonrisas no devueltas se pierden para siempre, como fumarolas que se deshacen en el aire y desaparecen sin dejar una huella que las honre. Créanme que aunque no hay estadísticas al respecto, se malgastan muchas sonrisas así; se sacrifican multitud de agradables muecas lanzadas en son de paz que, desgraciadamente, chocan contra muros de amargura y se desintegran sin posibilidad de defenderse. Por ejemplo, la última sonrisa que yo sacrifiqué la dejé morir en el bar del parador del Teide. Se me derramó de la cara en dirección a la persona que atendía el negocio, pero se encontró con un rostro hermético contra la que se aplastó sin remedio.

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