A priori se podría pensar que para disfrutar de cualquier trabajo hay que tener vocación. Sin embargo, en mi caso no me dediqué a esto tanto por vocación –de hecho empecé Veterinaria, aunque mirándolo fríamente no iba tan desencaminado–, sino más bien por ‘vacación’, ya que me gusta mucho viajar. Mientras estudiaba Turismo hice todas mis prácticas en agencias de viajes –básicamente poniendo sellos en los folletos y curtiéndome con mis primeras broncas con los clientes del Imserso, ya que todos querían ir a Matalascañas cuando solo quedaban plazas para Salou– pues era lo que me atraía, pero tras mi primera experiencia profesional en un hotel quedé enganchado de por vida –hay que ver el ojo que tengo, más que vago parece tonto–.
cada hotel es un mundo, clientes quisquillosos, departamentos hoteleros, director de hotel, disfrutar con lo que uno hace, hotel único e irrepetible, personalismos
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