Muchas son las anécdotas que un director o directora de hotel se encuentra durante el transcurso de su carrera profesional. La mayoría de los recuerdos terminan siendo positivos, aunque muchos de los sucesos acaecidos nos hicieran sudar la gota gorda. La mayoría de los directores en algún momento de su andadura ha pensado en escribir un libro de relatos, cuentos cortos o anécdotas tan divertidas como dramáticas y desastrosas, pero que al final se rememoran con una sonrisa y mucha emoción.
Tuve la gran fortuna de tener responsabilidades de dirección desde muy joven, y cada día lo recuerdo como una experiencia sumamente provechosa que me hizo forjarme muchísimo no sólo como profesional sino como persona. Sentir la responsabilidad sobre mis espaldas no fue tarea fácil, pero cada minuto era una gran oportunidad de aprendizaje y de experiencia que había que aprovechar al máximo. Mi suerte fue estar bajo la tutela de uno de los profesionales más íntegros, disciplinados, constantes, incansables e insaciables que he conocido en mi vida. Fue un largo reto, un sacrificio extremo y una bendición profesional.
Fueron muchas las anécdotas y sucesos que me marcaron, diría que cientos de miles, ya que no hay posibilidad de que un día sea igual a otro dirigiendo hoteles vacacionales con muchas habitaciones y ocupaciones importantes. Creo que es una de las profesiones que engloba un gran número de actividades profesionales de toda índole. Es lo más parecido a ser un hombre o mujer orquesta. Tienes que practicar como un buen psicólogo, policía, detective, contable, abogado, diseñador, enfermero, bombero, decorador, ingeniero, consultor multidisciplinar, aparte de tocar cada una de las actividades propias que se ejercen en un hotel, tales como camarero, cocinero, jardinero, piscinero, hamaquero, limpiador, camarera de pisos, recepcionista y un largo etcétera. Siempre y cuando seas un buen director al que le guste remangarse cuando sea necesario, y son muchas las ocasiones en que es necesario remangarse, ensuciarse el traje, ponerse de rodillas y meter las manos en un WC con estropajo y guantes incluidos.
Aparte de lidiar con clientes de diverso tipo, cultura, raza, religión y hábitos, tienes que coordinar y liderar a un diverso plantel de empleados muy heterogéneo.
En una ocasión traté con unas clientas inglesas drogodependientes que me quitaron el sueño durante noches, ya que se alojaron en el hotel en tratamiento de metadona y perdieron el envase medicinal en una noche de desenfreno vacacional. La gestión del embolado no fue tarea sencilla, hasta que conseguimos que el turoperador se hiciera cargo de su viaje de vuelta y contactáramos con su médico en Inglaterra para que un centro de drogodependencia en Tenerife pudiera administrarle el tratamiento in situ. Mientras tanto, las clientas perdieron el tino y hasta la policía tuvo que intervenir.
Acompañar a los clientes ancianos enfermos al hospital o irlos a ver es otra de las deferencias que debe de tener un director de hotel, aparte de hacerle seguimiento a su estado de salud. Investigar robos de diversa índole y conseguir esclarecer los hechos es otra de las labores intrínsecas del puesto. Te terminas convirtiendo en un astuto inspector de policía con tus aciertos y tus errores al aplicar la ley en tu establecimiento, siempre a favor del cliente y de la empresa, pero sin dejar de lado a un posible empleado acusado que se supone es de tu confianza hasta que se demuestra lo contrario. Clientes que roban a clientes. Bandas criminales externas muy organizadas que hacen mil peripecias para colarse en el hotel y burlar sistemas de seguridad. Apagar pequeños conatos de incendio o articular un plan de evacuación si la cosa se complica. Batallar con las reclamaciones falsas de los clientes es otra de las grandes proezas que uno tiene que llevar a cabo obteniendo los mejores beneficios para la empresa.
Recuerdo a Sean, mi adorado viejito irlandés, que pasaba grandes temporadas en el hotel y venía en solitario con 93 años. Su salud era muy inestable y pasaba días en cama encerrado en su habitación, pero creo que a veces hacía la pantomima de meterse en la cama para que una de las recepcionistas o yo misma subiéramos a la habitación con bandeja en mano a llevarle su cena y a darle conversación por escasos cinco minutos. Su gran sonrisa de felicidad lo delataba al instante. Al igual que cuando le concedí un corto baile de fin de año tras las campanadas… Sean fue feliz durante sus últimas vacaciones, y yo también lo fui durante los tres minutos que duró la canción.
Son muchas las pesadillas y los sueños reales que uno vive, en lo positivo y en lo negativo, pero es un trabajo que da muchísima satisfacción cuando uno lo ejerce con gran vocación. Quizás este sea el comienzo de mi libro de relatos.
Continuará…
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Muy interesante todos estos relatos… Como excompañero de profesión estoy seguro que te dejas muchas anécdotas más en el tintero. Espectante a la publicación de ese libro para leerlo con detenimiento.
Saludos.
[…] http://www.blog.ashotel.es/2014/02/10/anecdotas-de-un-director-de-hotel-i/ […]
Por twitter he conseguido tu blog, me parece super interesante conocer las historias que pueden pasar en un hotel. Me gusta mucho la iniciativa que has tenido. Espero que sigas colgado más sobre ellas y poder saber sobre el mundo de los hoteles por dentro.
Saludos
Muy bueno